miércoles, 11 de febrero de 2009

Con la banca hemos topado


En plena crisis económica, y cuando los banqueros dicen que ellos no pueden hacer nada más para ayudar, salta la noticia de lo que se embolsó el año pasado Francisco González, presidente del BBVA: 8,74 millones de euros. La cantidad se divide entre salario fijo (1,92 millones) y variable (3,41 millones), algo menos de lo que se levantó en el 2007, e incentivos por acciones (3,4 millones). Vamos, que a fin de cuentas, el tío se llevó a su casa en un año casi 1.500 millones de las antiguas pesetas. Indignante.

Según la misma información, recogida en el diario digital 20 minutos, el consejero delegado de la misma entidad, José Ignacio Goirigolzarri, habría cobrado 4,28 millones de euros (712 millones de pesetas), también algo menos que en el año anterior, el pobre. Y en su caso, sin tener en cuenta lo que le habrían reportado sus acciones, que alguna tendrá también, digo yo, no sé.

Echando cuentas, así, con los dedos, resulta que González podría haberse comprado él solito durante el año pasado unas 30 casas de a 300.000 euros cada una, es decir, unos 50 milloncetes de las antiguas pesetas. Y Goirigolzarri, al menos otras 15. Y esto sólo a modo de ejemplo. Imagínense al resto de los miembros y miembras de los consejos de admnistración. Y no sólo de los bancos, sino de otras muchas grandes, y no tan grandes, empresas. Calculen, calculen.

Estamos tan acostumbrados a ello que ya casi ni lo cuestionamos. Pero, aunque parezca que no, esto explica muchas cosas. La mayoría de los grandes empresarios –y muchos de los medianos y pequeños también, a su nivel, no nos engañemos– no están para dar trabajo, frase con la que últimamente se les llena a muchos la boca, ni para fabricar bienes o dar servicios que necesita el ciudadano, sino para ganar dinero. Y cuanto más, mejor. El empleo que generan estas empresas o el posible beneficio para la sociedad son, para ellos, algo necesario, pero coyuntural. Algunos pensarán, incluso, que se trata de daños colaterales.

Por eso no quieren que suba el salario mínimo; y por eso reclaman el despido libre o la reducción del impuesto de sociedades; y por eso amplían todo lo posible el margen de beneficio que se llevan. Y los banqueros, qué les voy a decir, pues que son de lo peorcito. Los cajeros automáticos sustituyen paulatinamente a las personas, el interés que genera el dinero que le guardan es cada vez menor, al contrario que el de sus hipotecas. Pero si usted quiere que le ayuden a reactivar su maltrecha economía, ni hablar. ¿Qué se ha creído, que son tontos? Bastante hacen con no cobrarle comisiones más altas todavía, como a ellos les gustaría.

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